jueves, 11 de marzo de 2010

CAMALEONES POLÍTICOS

Por: CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI



CUANDO una persona tiene la habilidad para cambiar de actitud y de conducta, adoptando según el caso la posición más ventajosa, se dice que es un “camaleón”. Interpretación relacionada en el “reptil saurio de cuerpo comprimido que cambia de color según las condiciones ambientales”, tal como lo describe el Diccionario. De igual forma, hay “camaleones políticos” con facilidad para transmutar, calificados de maromeros, fariseos, traicioneros y desleales…, dedicados por estos días a la práctica del transfuguismo, voltiarepismo, o lentejismo. Con el fin de acomodarse al molde de sus conveniencias hacen la metamorfosis completa y hasta mudan de piel para presentarse con una aparente nueva fisonomía. Lo suyo es su prioridad sin importarles el bien común. Olvidan que la política “es una rama de la moral para resolver los problemas que plantea la convivencia colectiva”. Por eso, su manera de actuar es la más cínica y desconsiderada forma de manipular las esperanzas de sus electores, quienes, además, pasan de directorio a directorio detrás del candidato que hoy aparece en una valla con un símbolo y mañana en otra con un mensaje diferente.
Es la forma más aberrante de profanar la doctrina y la filosofía de los partidos. Es una burla a sus plataformas ideológicas sobre las cuales se soporta la democracia. Por supuesto, los partidos que los reciben tienen culpa en el desorden, esperanzados en sumar votos para el umbral. Sin embargo, es el peor legado para las próximas generaciones. Es la forma más irresponsable de conducir la política de un país que se mueve al compás de la coima, del porcentaje por contrato asignado, del peculado, del soborno...” Buscan el poder por ego o vanidad. Saltan de gobierno en gobierno, de partido en partido…”.., lo dijo Andrés Felipe Arias en entrevista a la redacción política de El Tiempo. Y eso es así, porque el PINg pong de la política entre “Camaleones”, pareciera transmitirse genéticamente de U-nos a otros a través de su ADN y como si tuvieran ALAS para volar a sus anchas en el escenario nacional, cambian un compromiso por otro sin ninguna vergüenza ciudadana.
Son el reflejo de la crisis de nuestros dirigentes por falta de ética y del deterioro de sus valores. Es el mercantilismo del voto y la feria de conciencias. Es la falta de argumentos, pues sólo esgrimen como propósito mantenerse en el poder a como dé lugar.

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