sábado, 30 de mayo de 2009

RAFAEL URIBE URIBE,
Prohombre e Ideólogo del Partido Liberal Colombiano

Rodrigo Llano Isaza. Discurso pronunciado en Valparaíso-Antioquia, el viernes 29 de mayo de 2009 en la conmemoración de los 150 años del nacimiento de este destacado hombre público, jefe y mártir de nuestro Partido.

“Rafael Uribe Uribe es el mejor modelo de hombre que puede proponerse a las sucesivas generaciones de colombianos”
Juan Lozano y Lozano .

Gracias al liderazgo del Senador y Presidente del Directorio Liberal de Antioquia, Doctor Luis Fernando Duque García, venimos hoy a Valparaíso a rendirle un homenaje de respeto, de aprecio, de admiración, de agradecimiento, a quien fuera faro luminoso de nuestra colectividad Liberal, el General y ciudadano Rafael Uribe Uribe, de quien conmemoramos hace poco más de un mes, los 150 años de su nacimiento en estas tierras difíciles y agrestes, empinadas y no las más fértiles, pero sometidas por las manos laboriosas de unos campesinos que le han dado lustre al departamento de Antioquia y a Colombia y que rodearon en su cuna a este líder y hombre de Estado a quien rendimos cálido y sentido homenaje.

EL HOMBRE:
Muy cerca de donde nos encontramos, en la hacienda El Palmar, hace siglo y medio, el 12 de abril de 1859, en el hogar de Tomás Uribe y María Luisa Uribe, nació Rafael Uribe Uribe, el tercero de diez hermanos: Heraclio, Julia, Julián, Susana, María Teresa, Paulina, Tomás, Carlos y Emilia.
Estudió en Valparaíso de la mano de su madre, fue luego a Medellín a estudiar en lo que hoy es el Liceo de la Universidad de Antioquia, estudió en Buga en el colegio de esa ciudad vallecaucana y se graduó de Abogado en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
Fue el que introdujo el pasto yaguará en nuestro país y de los primeros en denunciar los atropellos que en el sur de Colombia cometía la peruana Casa Arana, cuya actividad terminaría por provocar la guerra con esa nación en el gobierno de Olaya Herrera; profesor de la Universidad de Antioquia y Fiscal del Tribunal Superior de Antioquia, del cual se retiró al ser desconocido un fallo que había emitido, por los miembros del Jurado. Se desempeñó en 1893 como Tesorero de la Dirección Nacional Liberal y más tarde indiscutido jefe de la misma colectividad.
Fue destacada su presencia, en representación de Colombia en la Tercera Conferencia Panamericana, celebrada en Río y de la cual fue excluido por presiones de los Estados Unidos ante la ponencia presentada por nuestro General sobre el despojo de Panamá sufrido por Colombia cuatro años antes.
Su accionar político se destacó en el campo de la prensa, a la que estuvo ligado estrechamente por más de treinta años, como redactor en La Consigna; colaborador en El Republicano, El Relator y El Nuevo Tiempo; Director de El Trabajo, La Disciplina y El Autonomista y Fundador el 17 de abril de 1911 de El Liberal.
Contrajo matrimonio católico, no obstante ser Masón, el 8 de febrero de 1886 con la dama medellinense Sixta Tulia Gaviria, matrimonio del cual hubo numerosa descendencia. Fue siempre un hombre rabiosamente fiel, quizás por lo tímido de su carácter, que no conoció mujer diferente de su propia esposa, por ello cuando llegó a Bucaramanga, vencedor en Peralonso, una dama se le insinuó y el general, altivo, le espetó: “Señorita, yo soy como los fósforos de palo, que sólo rastrillan en su propia fosforera”.

EL GUERRERO:
Uribe Uribe nunca le negó ningún sacrificio a su partido, por ello siendo apenas estudiante en Buga, al estallar la guerra religiosa que el Partido Conservador y la Iglesia católica le armaron al gobierno legítimo de don Aquileo Parra, se enroló en las filas del ejército que militarmente comandaba el General y después funesto Presidente de Colombia Julián Trujillo Largacha pero que orientaba ideológicamente el Presidente del Estado soberano del Cauca don César Conto Ferrer, primo hermano del poeta Jorge Isaacs, autor de la novela La María. Allí fue herido en combate, en la batalla de Los Chancos y debió regresar a sanar su heridas en el hogar paterno.
Nueve años después, regresó a los campos de Marte, en la guerra de 1885, donde tanto se destacó otro mártir del Liberalismo el General Ricardo Gaitán Obeso, y que le dio pie a quien el pueblo identificaba como “El Alquimista” o “El Brujo del Cabrero”, el Presidente Rafael Núñez, para que desconociera la constitución de Ríonegro de 1863 y pasáramos de un régimen federalista o uno rígidamente centralista, dejáramos el Estado laico y pasáramos a uno confesional, abandonáramos la heterodoxia monetaria y nos lanzáramos por el despeñadero de la inflación sin límite, se dejara el patrón oro y se pusieran de moda las emisiones irresponsables y clandestinas del Banco Nacional, se nombraran desde Bogotá los agentes locales, desde allí se controlaran los ingresos y gastos de los departamentos y municipios y la voluntad imperial de un solo hombre pusiera las condiciones en todos los aspectos de la vida nacional, sin entrar a mencionar la corrupción que se apoderó de todos los estamentos gubernamentales.
Combatió después en la llamada “guerra de los sesenta días” en 1895, donde cobró vigencia nacional Rafael Reyes.
Fue del grupo guerrerista que lanzó al país a la “guerra de los mil días” con Max Grillo, Siervo Sarmiento, Benjamín Herrera, Gabriel Vargas Santos, Justo Leonidas Durán y otros enfrentando a los pacifistas Liberales que eran los Expresidentes Aquileo Parra, Sergio Camargo y Santos Acosta, pero jugó con el desespero Liberal ante la persecución oficial y se impuso no sin antes dejar oír su voz en el Parlamento para advertirle al Gobierno y a los Conservadores las consecuencias de la persecución al Liberalismo y por ello un día pronunció su “Oración por la Igualdad” y en ella expresó: “Por eso venimos hoy a deciros por última vez, que nos deis libertad para exponer y defender nuestros derechos con el voto, con la pluma y con los labios. De lo contrario, nadie en el mundo tendrá poder bastante para impedir que tengan la palabra los cañones de nuestros fusiles”.
Terminada la guerra de los mil días, el General Uribe Uribe, cerró para siempre su ánimo guerrerista y expresó: “No he renunciado a ser un revolucionario ni un agitador en el campo de las ideas” y añadió: “De guerra hablé sin ambages en el Congreso y en la prensa, cuando creí que debía hacer la guerra; si de paz ahora hablo es porque de paz estoy...”, y se abrió paso la etapa más fecunda de su vida, la de ideólogo.

EL IDEÓLOGO RAFAEL URIBE URIBE:

De Cómo el Liberalismo Político Colombiano no es Pecado:
Ni que decir de la lucha sin cuartel entablada por Uribe Uribe en contra del Sillabus que hacía parte de la encíclica del Papa Pío IX “Quanta Cura” donde se condenaba al Liberalismo y el predominio de los púlpitos y confesionarios daban para excomulgar a los opositores, se prohibía votar por el Liberalismo o leer las publicaciones del Partido por toda Colombia. Por ello Uribe Uribe escribió este opúsculo que pronto fue prohibido a los católicos por Monseñor Bernardo Herrera Restrepo y en él expresó:
Sesenta años hace que proclaman a todas horas y a voz en grito que “El Liberalismo es Pecado”, ¿ya con eso creen haber salvado al país? ¿qué han logrado? Dividir más y más la sociedad colombiana, provocar guerras civiles, desintegrar la nación y ponerla al canto de disolverse. ¿Han podido siquiera atajarle el paso al Liberalismo? ¿No lo han visto crecer y multiplicarse con la persecución? Pues si con la táctica empleada, nada bueno han conseguido, ¿Por qué no la varían?
Su lucha contra la regeneración:
Caído el radicalismo, a sus jefes les tocó una muy difícil tarea: Impedir que el Liberalismo desapareciera, se enfrentaban a las peores circunstancias y sus jefes estaban mayoritariamente en el exilio por exigencia del gobierno: Santiago Pérez Manosalbas y su hijo Santiago Pérez Triana estaban en París, Sergio Camargo y Modesto Garcés en Venezuela, Ezequiel Hurtado en Costa Rica, César Conto en Guatemala, José María Vargas Vila en Barcelona, El “Indio” Juan de Dios Uribe en el Ecuador, a Daniel Aldana también lo expulsaron, a Santos Acosta lo metieron a la cárcel, en fin, para permanecer en el país no se podían mover los labios; en la Cámara de representantes (1896-1900) Uribe Uribe debía enfrentarse solo a sesenta conservadores; en el Senado de Colombia no había ningún Liberal; como tampoco los había en ninguna de las Asambleas departamentales; los periódicos El Liberal, El Correo Liberal, El Relator, El 13, El sagitario, el 93 y El Contemporáneo fueron clausurados y sus Directores expatriados porque con el artículo K de la constitución y la aplicación de la “ley de los caballos” (Ley 61 de 1888), la libre expresión fue abolida y el ejecutivo armó, financió y usufructuó una fuerza paramilitar denominada “ejército de reserva”. El mismo Presidente Núñez llegó a manifestar: “La imprenta es incompatible con la obra, necesariamente larga, que tenemos entre manos, porque no es elemento de paz sino de guerra, como los clubs políticos, las elecciones continuas y el Parlamento independiente” . ¿Y después de esto alguien puede atreverse a pensar que el primer regenerador era un demócrata?, le fastidiaba todo lo que oliera a libertad.
Incluso, el gobierno promovió y favoreció la expedición de la ley 77 de 1888 que consagraba la Presidencia vitalicia para Núñez, cuando señaló en su artículo segundo: El excelentísimo señor Núñez tendrá durante su vida las prerrogativas y preeminencias de honor y dignidad que acompañan al ejercicio del mando supremo de la República.
Que contraste con la libertad absoluta de que gozaron Núñez y los conservadores en la primera república Liberal, cuando incluso el propio Presidente Manuel Murillo Toro llegó hasta apoyar con su suscripción a un periódico enemigo para que no desapareciera y pudiera continuar con su labor de fiscalizar al gobierno; Regeneración en que se llegó a negarle el voto a los negros y a los indígenas por considerarlos razas inferiores y el voto sólo podían ejercerlo los propietarios de bienes inmuebles que valieran más de $1.500, tuvieran renta de $500 y supieran leer y escribir, lo que reducía ese derecho a menos del 5% de la población, además de que restablecieron la pena de muerte.
Contra este estado de cosas combatió sin descanso Rafael Uribe Uribe, bien en los campos de batalla, en la prensa, en los claustros universitarios o en el Parlamento.
El primero de octubre de 1886, en el periódico El Autonomista apareció un artículo de la pluma de Uribe Uribe, denominado “Núñez Traidor”, donde analiza la contradicción entre lo que el gobernante cartagenero afirmaba en sus escritos frente a la aberrante realidad de su mandato. Por ejemplo, escribía Núñez en el artículo “La Paz Científica”: “La absoluta exclusión de un Partido es grande error administrativo, que casi raya en un imposible moral”. Enunciado éste que no se compadecía con las prácticas gubernamentales de cerrarle toda posibilidad al Liberalismo, A lo que contestaba nuestro General: “En resumen la paz pública no dependerá del ejército, ni será imposición del terror, como en los tiempos de los Núñez, los Holguines y los Caros, sino resultado de la ponderación de las fuerzas sociales, de la rotación regular de los Partidos en el poder, y obra deliberada y espontánea de la opinión pública .
Y remataba Uribe Uribe: “El Estado despótico es el tipo ideal del Estado de quien se coloca en el punto de vista del poder; en el extremo opuesto se haya el Estado democrático, que es el tipo ideal de quien se coloca en el punto de vista del Derecho” .
La lápida de la regeneración se la colocó Uribe Uribe, cuando escribió: “en la regeneración casi todos los que figuran en sus filas, no tienen más criterio, ni más lógica, ni más empeño, que defender su propia impunidad” .
Fueron los tiempos en que el Liberalismo expió con sangre su propia división y el no haber sabido adelantarse a los tiempos que pedían la reforma de la constitución del 63, propició la aparición de quien si la hizo, con la firme creencia de que para alcanzar su objetivo, necesitaba que el Liberalismo se le plegara sin condiciones a riesgo de la extinción por negarse a su imposición autoritaria. No obstante, no faltaron en ese entonces las voces que afirmaban que Núñez seguía siendo Liberal y que si había propiciado otras expresiones políticas como el independentismo primero y el Partido Nacional después, era porque el Partido Liberal no le había entregado sus llaves y no hacía parte en forma sumisa de su coalición de gobierno y que, finalmente, la póliza de supervivencia de la colectividad estaba en entregarle a sus validos la presidencia de la Dirección Nacional Liberal.

El Manifiesto de Paz: (Nueva York, abril 12 de 1901)
Convencido el General Uribe Uribe de la necesidad de la paz, viajó a Nueva York, año y medio antes de que se firmara la paz del Wisconsin y de Chinácota (noviembre 21 de 1902) y el tratado de Paz de la hacienda Nerlandia (octubre 24 de 1902) y allí, dirigió a los colombianos su “Manifiesto de paz”, donde escribió:
“El objetivo de la apelación a las armas no es la guerra por si misma sino el triunfo. No se trata de ejecutar hazañas sino de vencer. Reconocido está por el mundo entero nuestro arrojo, maravillados están todos de nuestra entereza heroica y gallardía caballeresca; nuestros generales han dado pruebas de pericia militar y de valor personal. Pero hemos llegado a un punto en que se impone la cesación de la lucha. El gobierno es impotente para debelar la revolución, pero la revolución es impotente para derribar al gobierno. Hace muchos meses que esta campaña está limitada a un infructuoso tejer y destejer de operaciones, y aun tomar y dejar territorios que a nada conduce”
Palabras que aún hoy sirven para tratar de finalizar el largo, larguísimo conflicto que hemos padecido y que ha retrasado notoriamente nuestro desarrollo y nuestras posibilidades como nación. Cuanta falta nos hace el que vuelva a aparecer en el horizonte otro Rafael Uribe Uribe, con su visión, con su patriotismo, con su desinterés para alcanzar la paz que tanto necesita el pueblo colombiano.

La división territorial: (Discurso en el Senado de la República en 1904).
En momentos en que el Departamento Nacional de Planeación, por boca de su anterior Directora y, en el seno del Congreso Nacional, planteaba la eliminación de 300 municipios por insolventes, como si esa categoría peyorativa fuera patrimonio de los pueblos retirados, apartados de los centros de poder, debemos recordar la lección magistral que sobre esta materia nos dio desde su curul de Senador de la República el General Rafael Uribe Uribe en 1904, donde señaló:
Para mi descentralización y democracia son inseparables…Para que haya gobierno del pueblo se requiere que los ciudadanos intervengan suficientemente en los negocios públicos a fin de obligar a los que ejercen autoridad a proceder de acuerdo con la voluntad popular .
Para, a renglón seguido, dejarnos una lección sobre aquellos gobernantes que sin escrúpulo alguno pasan por encima de la constitución y la acomodan a su amaño:
Si en la constitución o en la ley se ponen los medios de someter la opinión de todos a la de uno sólo, o la de unos pocos, la nación entera se moverá según la voluntad del gobierno, pero no el gobierno por la voluntad de la nación, y eso se denominará como se quiera, menos democracia representativa .
Y nos dejó también, en la misma intervención una lección que hoy sigue siendo valedera:
Nuestros Carlomagnos colombianos de los últimos tiempos, se han creído lo bastante hábiles para abarcar todos los ramos del gobierno; ninguna hoja del árbol nacional ha debido moverse sin su permiso; se han obstinado en meter la mano en todo, desde las relaciones exteriores hasta el nombramiento del último Personero municipal; y sólo ahora en presencia del desastre, estamos reconociendo que no hay hombre ni conjunto de hombres que desde la capital pueda dirigir los destinos de un pueblo de cinco millones de habitantes .
Para Uribe Uribe la vida municipal era una garantía de que el pueblo podía ejercer su influencia en los más nimios detalles que le afectaran en la vida diaria y por ello alzó su voz en el Congreso para decir:
“Lo que creo saber es que el sistema de gobiernos menores multiplicados, es la manera más conducente de realizar el lema “Libertad y Orden” que hasta ahora sólo figuran en nuestro escudo” .
En ese Congreso de 1904 Uribe Uribe dio la batalla a favor de la gestión municipal y presentó un proyecto de ley para dividir a Colombia en veinte departamentos que le sirvieron luego a Rafael Reyes Prieto para darle vida a la que hoy es la división territorial colombiana.
Abramos el ojo Liberales, estemos prestos a impedir esta maniobra, que ya la hicieron en la primera regeneración con el único objetivo de modificar el mapa electoral y perjudicar al Liberalismo y, en esa época, en el Congreso de 1892 sólo tuvo nuestra colectividad una voz, la del prodigioso “Negro” Luis Antonio Robles y en el Congreso de 1896, también una sola voz, la del General Rafael Uribe Uribe, curiosamente los dos elegidos por Antioquia para la Cámara de Representantes. Tanto que hasta un conservador doctrinario como Carlos Martínez Silva protestó porque siendo el Liberalismo por lo menos la mitad de Colombia, prácticamente lo habían desaparecido de la vida pública por el fraude y por las circunscripciones amañadas nacidas al amparo de la constitución de 1886.
Hoy, desde Valparaíso, la tierra natal de Rafael Uribe Uribe, el Partido Liberal hace un llamado para que se respete y fomente la vida municipal, con gobernantes probos y honrados que no quieran entrar a saco en el erario público sino que promuevan el progreso regional y gobiernen como los Liberales Radicales del siglo XIX, generación a la que perteneció nuestro biografiado de hoy, que de la administración salieron como llegaron sin tocar un peso de las cuentas del Tesoro público.
Es de resaltar la creencia de Uribe Uribe en el voto como herramienta ciudadana de control de los gobernantes que lo llevó a proponer el sufragio obligatorio, tan combatido por la regeneración, utilizando dos herramientas siniestras: “Descubrir conspiraciones” y “el reclutamiento forzado de Liberales” la víspera de elecciones, con la excusa de evitarle peligros al Estado de Derecho.
Que orgullo para una población como Valparaíso, ser la patria de Rafael Uribe Uribe.

La conferencia del teatro Municipal: (Bogotá, octubre de 1904).
La conferencia del Municipal debiera ser materia de obligatoria lectura para todos los colombianos, allí nos dijo Uribe Uribe que su Partido, el Liberal, debía practicar un socialismo democrático y ser el Partido del pueblo y de la justicia social: “Las apelaciones socialistas ya no son un toque de rebato para echarse sobre los bienes de los ricos y repartírselos como una presa”; pidió que el horario de trabajo se contrajera a las ocho horas que ya regían en Europa, que se limitara el trabajo de las mujeres y se prohibiera el de los niños; propuso legislar sobre los accidentes de trabajo; habló de la necesidad de vincular a los trabajadores en las ganancias de las empresas; pidió que la educación dejara de ser teórica y se volviera práctica; atacó el consumo de aguardiente y de chicha, buscando que el salario del obrero alcanzara para su mejoramiento espiritual y material; reformas todas que debían lograrse por medios legales y pacíficos y sosteniendo que no predicaba la entrega al Estado: “Por huir de la anarquía no preconizo el cesarismo. El Estado Providencial no es mi ideal”...; sostuvo que sus tesis se movían principalmente en el terreno económico porque ese era el que podía mejorar el modo de vida de los trabajadores y señaló: ““La cuestión económica se reduce en definitiva, en saber cómo se viste el pueblo, cómo se alimenta, cómo se aloja, cómo se mueve, si lleva a la espalda bultos, o si tiene acémilas, carros o trenes; cómo se calza o si va descalzo; cómo se cura las enfermedades, si se las cura; qué lee, si lee; cómo se divierte, si se divierte; y en suma, cuánto es su salario y si le alcanza para satisfacer sus necesidades”; habló de cooperativismo cuando en Colombia ese tema era desconocido y casi nadie había escuchado hablar de los 28 tejedores pioneros de Rochdale que implantaron un sistema hasta entonces no utilizado de manejo de la economía. Y terminó con una de sus frases lapidarias: “Si Colombia se pierde es por pereza. ¡Trabajemos!”.

Oración por la piedad: (Octubre de 1909).
En el Congreso de 1909, Uribe Uribe se alzó para pronunciar uno de sus discursos más sentidos y más humanos, que pasó a la historia con el nombre de “oración por la piedad”, porque en él se dirigió a la clase dirigente colombiana en relación con sus obligaciones con el pueblo, con ese pueblo que “llora y siente” como decía el poeta y comenzó diciendo:
Nosotros, los que pertenecemos a las llamadas clases dirigentes, ¿hemos cumplido todos nuestros deberes para con los hijos del pueblo? ¿los hemos educado en la reflexión para sustraerse al imperio de las pasiones? ¿al bruto que había en ellos procuramos sobreponer lo que tenían de seres racionales, conscientes y responsables?
Critica Uribe Uribe que el presupuesto de guerra de la nación sea una cuarta parte del total, cuando a la educación sólo se le dejan las migajas, representadas en apenas un vigésima parte del mismo. Y terminó diciendo:
Busquemos la amnistía para nosotros mismos, aliviando la suerte de estos infelices a quienes, en vez de educar, hemos corrompido.


Por la Tolerancia:
Al salir de una de las sesiones del Congreso, Uribe Uribe fue atacado a mano armada por unos fanáticos y el líder Liberal, en su editorial dominical escribió:
Muchas veces se ha querido corregir o adicionar el célebre aforismo del Dr. Francisco Soto: “el país se pierde por falta de lógica”. Cada cual se coloca en el punto de vista de su predilección, y atribuya las desventuras nacionales a algunos de los defectos de nuestro carácter. “El país se pierde por falta de religión” sostienen los que creen que todavía tenemos poca. “El país se pierde por falta de vergüenza”, dijo no sin razón el austero Dr. Francisco Eustaquio Álvarez, “El país se pierde por ignorancia”, declaró acertadamente un insigne instruccionista el Dr. Dámaso Zapata; pero nosotros, que creemos saber de nuestra historia y de nuestra psicología, venimos hoy a probar que “El país se pierde por falta de tolerancia”…En Colombia, la intolerancia es el virus que, difundido por todo el organismo nacional, lo ha envenenado hasta la médula y lo tiene canijo y desmedrado … Pues nosotros sostenemos que la tolerancia debe proceder precisamente de la convicción ilustrada de que nuestras creencias y opiniones son las mejores, que por eso mismo son invencibles.
Y recordó la bella plegaria de Voltaire dirigida al Dios de todos los mundos, donde expresa: Tu no nos diste un corazón para aborrecernos y unas manos para degollarnos; haz que nos ayudemos mutuamente a soportar el fardo de una vida penosa y pasajera.

El Plan de Marzo: (1912).
Siempre se ha dicho que los Liberales somos Marzistas y lo somos, pero no con X, sino con Z, porque siempre hemos creído en el Plan de Marzo que nos trazó en 1912 el General Rafael Uribe Uribe.
El Plan de Marzo hace parte integrante de la concepción ideológica Liberal porque muchas de sus directrices siguen estando vigentes. El Plan es, prácticamente, el primer estatuto que rigió la vida del Partido Liberal como ente político definido y organizado.
En el artículo primero, quedó escrito:
Con respecto a los intereses especiales del Partido Liberal, el objeto de la organización es proveer a la conservación de su unidad y disciplina a conciliar las divergencias que en el seno de él puedan surgir, a prevenir el peligro de que los movimientos de la opinión sean sólo obra de la casualidad o de ambiciones o intereses egoístas, y a mantener despierto el espíritu cívico de los liberales, a fin de formarles una conciencia colectiva y a fin de que la marcha de los negocios públicos esté constantemente bajo la vigilancia de la razón nacional.
En el artículo tercero dispuso que el Partido Liberal aspira a identificarse con la nación, dedicado “a la acción fecunda de la paz nacional, al progreso natural de las ideas y a la formación y educación de la opinión pública”.
Más adelante hizo énfasis en la necesidad del Partido de fundar imprentas y periódicos donde se pudieran expresar las ideas Liberales que sirvieran de guía a los ciudadanos.
Escribió sobre la necesidad de crear unos “visitadores políticos” que hicieran el enlace entre la Dirección Nacional con sede en Bogotá y las Juntas regionales, para “Promover la mayor cohesión y disciplina en las filas del partido, despertar interés por su buen servicio y combatir la indolencia de los copartidarios”.
Después de un largo periplo por Sudamérica, en representación del gobierno nacional en calidad de Embajador, el General Uribe Uribe regresó al país por Barranquilla y allí un periodista lo entrevistó y le preguntó: General, después de este largo viaje, lejos de nuestra fronteras, donde vio tantas cosas y seguramente aprendió otras, ¿vió algo que lo sorprendiera porque nunca lo había palpado en Colombia? y, de inmediato el General le contestó: Si, vi algo que nunca creí que existiera, que dos personas se pudieran poner de acuerdo.
Déjenme terminar con la bella expresión de Carlos Lozano y Lozano ante la tumba de Uribe Uribe en los 25 años de su muerte :
Señores Liberales:
En el nombre de Rafael Uribe, sostengamos hasta el último extremo del sacrificio, si es preciso, la integridad de los principios que él sostuviera. No desfallezcamos jamás. No trepidemos nunca. El nombre de Uribe va implícito en el nombre del Partido Liberal. El nombre del Partido va implícito en el nombre de la Patria, cifra de nuestras adoraciones inmutables.
Por su atención, muchas gracias.

No hay comentarios: